La primera invitación es a comunicarse y conversar sobre lo que está pasando y sobre las emociones de cada uno, con honestidad, sencillez y cariño.
Hablar de la muerte puede ser difícil. A pesar de que morir es una de las pocas certezas que tenemos en la vida, es más sencillo no tocar el tema de la muerte, no hablar del miedo, el dolor, la soledad o la tristeza. Sin embargo, no hablar de las cosas difíciles no hace que éstas desaparezcan. No hablar, no comprender, no ver o no mirar sólo hace que se pierda la oportunidad de ayudar a quien estamos cuidando y de ser ayudado también en el proceso. No hablar significa vivir este proceso de una manera más solitaria.
Es importante estar atento a cómo se está sintiendo cada integrante de la familia, reconocer los sentimientos de la persona enferma, sin descuidar los sentimientos de las personas que están a su alrededor. Una enfermedad grave es difícil para todos los cercanos al enfermo.
Una comunicación efectiva implica hablar, escuchar y estar presente, abierta a lo que la otra persona está diciendo. Es importante no descuidar el lenguaje no verbal que incluye dar la mano, abrazar, mirar con cariño y tantas otras formas de expresar el amor que se siente por la otra persona.
Durante el transcurso de la enfermedad, la persona querida puede estar sintiendo miedo, angustia, rabia u otras emociones, como tranquilidad, satisfacción con la vida o plenitud. Quien lo cuida puede ser de gran ayuda sólo escuchando activamente, mostrando interés por lo que está sintiendo, muchas veces en silencio y sin necesidad de decir nada.
Una buena comunicación entre la persona enferma y quien la cuida hará que ambos se sientan más tranquilos durante todo el proceso, haciéndolo más llevadero.
Hablar de la muerte puede ser difícil, a pesar de que morir es una de las pocas certezas que tenemos en la vida, es más sencillo no tocar el tema de la muerte, no hablar del miedo, el dolor, la soledad o la tristeza. Sin embargo, no hablar de ello no hace que desaparezca, está ahí, aunque no queramos verlo. No hablar, no comprender, no ver o no mirar sólo hace que se pierda la oportunidad de ayudar a quien estamos cuidando y de ser ayudado en el proceso. No hablar significa vivir este proceso de una manera más solitaria. (1)
La primera invitación es a comunicarse y conversar sobre lo que está pasando, con honestidad, sencillez y cariño.
A modo general, es importante estar atento a cómo se está sintiendo cada integrante de la familia, reconocer los sentimientos de la persona enferma, sin descuidar los sentimientos de las personas que están a su alrededor. Una enfermedad grave es difícil para todos los cercanos al enfermo. Puede ayudar tener un diario en el cual escribir los sentimientos para que sea más fácil transmitirlos después. Otro aspecto importante es ser honesto en todo momento, especialmente cuando está siendo difícil sobrellevar la situación. (2,3)
Una comunicación efectiva implica hablar, escuchar y estar presente abierta a lo que la otra persona está diciendo. Es importante no descuidar el lenguaje no verbal que incluye dar la mano, abrazar, mirar con cariño y tantas otras formas de expresar el amor que se siente por la otra persona. (2)
Durante el transcurso de la enfermedad, la persona querida puede estar sintiendo miedo, angustia, rabia u otras emociones, como tranquilidad, satisfacción con la vida o plenitud. Quien lo cuida puede ser de gran ayuda sólo escuchando activamente, mostrando interés por lo que está sintiendo, muchas veces en silencio y sin necesidad de decir nada. (2,3)
Es importante sonreír y reírse juntos de los acontecimientos graciosos que ocurran en el día y recordar momentos felices, disfrutando de música, arte, películas, deportes o lo que sea que les guste hacer en compañía. Es un momento de afianzar la relación con la persona que está enferma porque se comparte mucho tiempo. (2) Se aconseja que la persona que cuida le hable al enfermo de sus sentimientos y emociones también, puede ser muy difícil cargar con todas las emociones solo y de esta forma la comunicación se hace más honesta y transparente. Una buena comunicación entre la persona enferma y quien la cuida hará que ambos se sientan más tranquilos durante todo el proceso. (2,3)
Otro aspecto importante de la comunicación es cómo hablamos con el equipo de cuidados paliativos. Se recomienda que exista una persona dentro de la familia que sea quien se comunique con el equipo, exponiendo las dudas, preguntas y preocupaciones que tengan con respecto al cuidado o el curso de la enfermedad. Asegurarse siempre de haber comprendido lo que ha dicho el profesional, tanto por teléfono o en persona, se puede preguntar tantas veces sea necesario con tal de que quede clara la información recibida. Contarle al equipo lo antes posible la aparición o el agravamiento de cualquier síntoma, así como necesidades emocionales o espirituales que se detecten.
En relación a las visitas, es necesario conocer los deseos de la persona enferma en relación a las visitas de amigos o familia. También considerar que la persona puede estar muy cansada o presentar síntomas no controlados en el momento de la visita y por tanto no la va a disfrutar. Quien está a cargo del cuidado debe velar porque las visitas se adecúen a lo que quiere y necesita el enfermo en cada momento, tanto en relación a la duración como a la cantidad. (2)